miércoles, 30 de abril de 2014

Cuento africano: "¿POR QUÉ HAY TANTAS PIEDRAS EN EL FONDO DE LOS RÍOS?"

La fundación CEPAIM conmemoró el "Día Internacional contra la Discriminación Racial". Por ello, Nica vino a nuestra escuela y nos narró este bonito cuento africano. 
Para ello utilizó un "Kamishibai" que es un teatro con láminas de papel empleado en Japón desde hace muchísimo tiempo.


 Además nos mostró un cuenco tibetano que al manipularlo producía variados sonidos armónicos relajantes. Lo fabrican los lamas y magos del Tibet a partir de siete metales. Cada uno de ellos simboliza un planeta: plata (Luna), mercurio (Mercurio), hierro (Marte), plomo (Saturno), estaño (Júpiter), cobre (Venus) y oro (Sol).


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Aquí puedes ver y leer el cuento:

 "¿Por qué hay tantas piedras en el fondo de los ríos?"


Dassou era un niño africano que vivía en el Congo. Todos los días se levantaba muy temprano y, antes de ir a la escuela, ayuda a su padre a recoger paja para hacer fuego para cocinar, para arreglar el tejado de la casa ... Mientras trabajaba se divertía cantando y moviéndose al ritmo de esta canción: 

Ukelele, ukelele, uh, uh
Ukelele, ukelele, uh, uh

Una mañana, que tenía un poco de sueño, se pinchó el pie con una piedra puntiaguda. Se hizo tanto daño que dio un grito tan fuerte, tan fuerte, que se escuchó por todo el país:  

¡Ah, ah, ah, ah ...!


Un elefante que estaba cerca se asustó al oírlo porque pensó que eran unos hombres que querían cazarle para quitarle los colmillos de marfil. Entonces salió corriendo despavorido. Corrió, corrió y corrió.


Una rana que estaba fuera de su charca tomando el sol escuchó unas pisadas que se acercaban cada vez más. De repente, vio al elefante y, antes de poder escapar, quedó atrapada debajo de una de sus enormes patas. 
Con todas sus fuerzas la rana consiguió escapar y dio un salto tan grande que voló y voló haciendo piruetas por cielo hasta que aterrizó sobre una nube que estaba muy tranquila leyendo un libro.


Entonces la nube se asustó mucho y empezó a llorar. Estuvo cinco días lloviendo tanto, tanto, tanto que unas terminas que vivían por allí, dijeron:
- ¡Pero que está pasando!, ¡cuánta agua!
Veían que sus termiteros se estaban derrumbando y tuvieron que salir de ellos. Todas se pusieron en fila - parecían un ejército - y decían:
 Izquierda, derecha, tuturrá.
Derecha, izquierda, tuturrá.


Al cabo de un rato, una termita que se llamaba Mari Juli, exclamó:
- ¡Stop!, se nos han olvidado los paraguas.
Regresaron a sus casas para cogerlos y se marcharon del lugar.

 

Por el camino se encontraron con mamá gallina y bebé pollito que estaban comiendo entre la hierba. Una de las termitas vio el enorme culo amarillo del pollito y se asustó un montón. Como no sabía qué hacer, le mordió. El pollito se asustó y fue a decirle a su madre lo que  había ocurrido.


Mamá gallina exclamó:
- Pero bueno, ¡qué está pasando aquí!
Entonces, fue a pedir explicaciones a Mari Juli la termita.
La gallina y la termita se pusieron a hablar pero no se entendían porque hablaban distinto idioma.
La termita Mari Juli pensó que para solucionar el problema lo mejor era comunicarse con gestos. 

Así lograron saber lo que querían decir:
 
- Tuve que salir de mi casa porque se estaba inundando a causa de la lluvia y al ver al pollito me asusté y le mordí, dijo la termita.

La gallina le aconsejó que fuese a preguntar a la nube porqué había llovido tanto.

La termita Mari Juli habló, mediante gestos, con la nube y dijo que una rana chocó con ella y se asustó.


La nube fue a ver a la rana para saber porqué había chocado con ella.
- Un elefante me pisó y al escaparme salté tan alto que choqué contigo, explicó.


La rana buscó al elefante y le preguntó:
- ¿Por qué me pisaste?
- Me asusté al oír un fuerte grito. Pensé que unos hombres venían a cazarme para quitarme los colmillos, salí corriendo y no te vi, respondió.


El elefante se acercó hasta la casa de Dassou para preguntarle porqué había dado ese enorme grito. El niño le dijo que se pinchó en el pie con una piedra mientras recogía paja y le dolió mucho.


Entonces, todos fueron a buscar a la piedra.
- Yo estaba en el suelo y no quería pinchar a nadie. ¿Por qué no me tiráis al fondo del río?, preguntó con gestos.  

A todos les pareció una buena idea y tiraron la piedra al río. 

Desde aquel día siempre que veían alguna piedra la tiraban al río. Así fue como en el Congo nadie volvió a hacerse daño.


Además, juntos iban a aquel lugar, los miércoles a las cinco y media de la tarde, para visitar a la piedra.Y para comunicarse utilizaban los gestos.

Fin

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